Fahrenheit 451 (1953)
La novela de Ray Brandbury es una crítica a una sociedad futurista que se basa en la teconología, vive de forma rápida, sin tiempo para pensar, y que de forma voluntaria a abandonado las ciencias sociales como la Filosofía, la Historia y la Literatura… Una sociedad que lamentablemente, es muy similar a la nuestra.
Montang, un bombero, es el protagonista de nuestra historia. Nosotros sabemos que los bomberos apagan el fuego, pero en la historia del libro, los bomberos están a cargo de quemar cada libro que exista, a tal punto de quemar una casa completa en donde haya gente que esconda libros.
Motivado por una joven, Montang logra despertar de su letargo. Su vida, como la de todos, no destaca, vive para trabajar, y trabaja para vivir. Uno realiza su vida familiar alrededor del televisor. Tal es la falta de comunicación, que el propio protagonista se cuestiona el cariño que tiene con su esposa.
La duda que nos surge es por qué una sociedad querría acabar con los libros. La razón es porque «los libros nos hacen ver lo idiotas que somos», por ende, para no sentir esa sensación, y vivir felices en nuestro mundo, es necesario destruirlos.
La sociedad de la obra literaria es pesimista y embobada en la tecnología. Si bien, fue escrita hace más de 50 años, no es muy diferente a lo que observamos ahora, sobre todo por el tema de pensar. No hay tiempo, aunque queramos hacernos el tiempo, de criticar, de cuestionar, y cuando logramos hacerlo, vivimos infelices en un mundo horrible, así que, o tomamos la decisión de vivir en nuestros cuestionamientos, o simplemente hacernos los locos, y disfrutar lo poco que se pueda.
Ray Brandbury logra una gran novela, adelantada para su época, pero contingente para la nuestra. Tuvo una gran capacidad de visión, y dejó como legado una obra que trasciende, y que cada vez que la leemos, nos hace meditar acerca de la importancia del pensamiento, el criticar y el cuestionar.
Analizando el libro como tal, hay un buen desarrollo de personajes. La prosa es fluida y entendible. A veces me perdía con algunos monólogos muy largos, pero el diálogo de personajes siempre fue potente. El desenlace es apasionante, y de alguna forma, esperanzador.
Fahrenheit 451 nos hace un llamado de atención, a despertar del letargo que nos produce el sistema como tal, a cuestionarlo, a pensarlo.
Nota: 8.5