Llegó el momento de repasar a Deadpool y las dos entregas que lleva hasta la fecha. Wade Wilson llegó para quedarse y al parecer Ryan Reynolds nació para ser este anti-héroe. Entretenidas, llenas de referencias, pero que no dejan de lado al público en general.

Deadpool (2016):

La primera entrega del ‘Mercenario Bocazas’ apodado así por los españoles arruina nombres, llegó el 2016 y encantó. Con clasificación R llegó a la pantalla por su vocabulario, sus escenas de relaciones sexuales casi explícitas y su excesiva violencia (nada que un niño no haya visto ya en google).

Con constantes rupturas a la cuarta pared, Wade Wilson nos explica que esta película es una historia de amor, y claro que lo es. Dos personas, que se quieren, se ven separadas por una enfermedad. Para evitar la muerte inminente Wade decide someterse a un experimento que lo transformaría en Deadpool y que le daría la razón de seguir viviendo, acabar con su némesis, Ajax, mientras trata de recuperar a su amada Vanessa.

Lejos del drama romántico normal, la película es excesivamente graciosa, con una constante crítica y sátira a los canones establecidos del ‘héroe’. Para los que no están relacionados con Deadpool y los cómics del personaje, la película impacta de igual forma. Para los que conocen a Wade desde los cómics, la disfrutarán aún más.

Hay guiños a los X-Men y a la escuela de Xavier, pero solo vemos a Coloso y a Nagasonic Teenage Warhead.

Los efectos cumplen con su función, aunque también se nota por momentos el poco presupuesto de la película. Aun así, no alcanzan para desteñir.

A nivel actoral vemos a Reynolds como pez en el agua con el traje de Deadpool. Morena Baccarin, si bien queda lejos de su versión en los cómics, cumple un buen papel. Ed Skrein es un buen villano, con el sarcasmo y la personalidad necesarias para este film y T.J. Miller se luce como relajo más humorístico total, aunque toda la película torna al humor, tanto infantil como satírico.

La película cumple a las expectativas.

Nota: 7.5

 

Deadpool 2 (2018)

Tan irreverente como la primera, así es la segunda entrega de Deadpool con una mayor cantidad de referencias y guiños a la cultura pop, tantos que algunos no los agarré, pero no importa, la vi igual, la disfruté igual y me reí igual. Tremenda la performance de Ryan Reynolds como Wade Wilson.

Tal y como nos adelantó la escena post créditos de Deadpool 1, Cable se hizo presente en esta entrega, interpretado por el magnífico Josh Brolín (Que fue K, en Men in Black 3, Thanos en Infinity War y Jonah Hex, un héroe del oeste de DC Cómics).

La trama vuelve a tratar acerca del amor, pero ahora quizá toca el tema del ‘amor familiar’. Cable, un viajero del tiempo, llega a nuestra época con una misión, erradicar a la persona que le quitó lo que más amaba y así evitar que esto suceda. Deadpool, por su parte, luego de perder a Vanessa, vuelve a ensuciarse las manos. Cuando finaliza su labor quiere morir, pero no puede e inevitablemente se ve envuelto con el personaje que Cable quiere eliminar.

Junto con la X-Force, si señores, la X-Force, invento marketero de Fox para contratar a Josh Brolín, tratarán de evitar que el chico se vuelva malo y que Cable no pueda asesinarlo.

La película resulta muy entretenida, con mucha violencia y un cameo maravilloso de los X-Men. Además, la escena post créditos es constante ruptura a la cuarta pared, en donde vemos al ‘Deadpool’ de Wolverine Origins y a Ryan Reynolds firmando para Green Lantern. Todo para morirse de la risa.

Sin embargo, como ya conocemos al personaje se le resta el impacto que puede generar Deadpool en pantalla, pero eso no quita ni disminuye en lo más mínimo su performance. Muy bien por esta entrega, que mantiene su nivel en relación a la primera película.

Nota: 7.0